Publicado el: 28/07/18

Mazda CX-5 es una historia de éxito que la marca podrá presumir por mucho tiempo. Desde su primera aparición, por ahí de 2012, no sólo se convirtió en uno de los SUV referentes, también en uno de los favoritos. La cosa es así: uno de cada cuatro Mazda que se venden en todo el mundo son una Mazda CX-5. Y aunque sabemos que las cifras de ventas no hacen bueno a un producto, en este caso más de 1.4 millones de clientes han elegido con sabiduría.

 

 

Mazda CX-5: mejor en persona

 

Mazda siempre ha sido una marca que enamora, en principio, por los ojos y Mazda CX-5 no es la excepción. Su concepto de diseño retoma los rasgos de la filosofía KODO, la pintura Rojo Brillante lleva 7 capas, una de ellas es negra, lo que enfatiza las sombras cuando le da la luz directo. La parrilla apuesta por un diseño 3D, el enorme logo de la marca. Rines de 19 pulgadas, las alas cromadas que enmarcan la parrilla y la preciosa iluminación LED.

 

 

Más de 1.4 millones de clientes han elegido con sabiduría.

Mazda CX-5: energía y adrenalina al volante

 

La suspensión mantiene la puesta a punto más firme que la mayoría de las camionetas, pero esta vez es ligeramente más suave, en virtud de una conducción más cómoda, la dirección se nota muy asistida.

 

Su paso por curvas no niega su naturaleza SUV. Hay una evidente inclinación de la carrocería, pero se planta correctamente sobre el asfalto y en caso de ser requerido, la electrónica corrige sin llegar a ser abrupta. Además del control de estabilidad, incorpora el sistema G-Vectoring Control (regula la cantidad de torque en cada llanta con la intención de ofrecer mayor control, pero también más confort).

 

Es una transmisión que entiende a la perfección los mejores momentos del motor, ya sea para ir rápido, para ahorrar o para ofrecer un punto medio entre prestaciones y consumo.

 

 

 

Una Mazda CX-5 se distingue por su equipamiento

 

Es notable la calidad del sonido Bose (versión S Grand Touring) el sistema de infotenimiento  (conexiones inalámbricas a teléfonos y otros dispositivos, monitoreo de las funciones y rendimiento del vehículo) es de fácil operación y rápida respuesta. Completan la lista el climatizador automático de doble zona, las vestiduras en piel (color hueso o negra, a petición del cliente), asiento del conductor con ajuste eléctrico de 8 vías, quemacocos, faros de LED (de serie en todas las versiones), llave inteligente, encendido por botón, 6 bolsas de aire, monitoreo de punto ciego y alerta de tráfico cruzado trasero.

 

El puesto de conducción es fácil de encontrar y cómodo para viajes largos; la superficie con la que tienen contacto las rodillas del conductor y el pasajero es acolchonada. En lo referente a espacio, el Mazda CX-5 no es muy distinto al modelo anterior. En sus dimensiones exteriores, es apenas 5 mm más largo y alto, pero 26 mm más angosto. Por dentro, este cambio se interpreta en 4 cm extra para caderas y 2 cm para hombros en los asientos traseros, pero un centímetro menos para hombros en los asientos delanteros. La cajuela sigue con el suficiente espacio necesario.

 

Competitiva y aspiracional

 

Como siempre lo ha sido, la Mazda CX-5 es una SUV muy recomendable. Se menciona que es una SUV desarrollada para todo tipo de clientes y no podemos estar más de acuerdo. Mazda CX-5 gusta tanto a quien prefiere el confort, como a quien mira hacia las sensaciones. El diseño, los acabados y el nivel de refinamiento general son argumentos convincentes que llevarán a la Mazda CX-5 a abrirse (aún más) paso en el segmento de las SUV compactas.